Sangre rechazada


Frente a la solidaridad en el desastre de las torres nace la discriminación contra los gays.

Pudo ser John, Peter o Ted el nombre de cualquiera de los hombres gays norteamericanos que después de los atentados terroristas en Nueva York y Washington D.C que decidieron donar su sangre para los heridos. Pero ¿qué hallaron? Nada menos que un enfático NO como respuesta. Sí, pese a que parezca increíble, estos hombres solidarios se toparon con el rechazo y la discriminación por parte de los servicios médicos oficiales de ambas ciudades. Los mismos que argumentaron tener suficiente sangre por ahora, aunque la verdadera causa fuese otra: el prejuicio.

Como antecedente debemos señalar que a partir de 1985 la Administración General de Alimentos y Drogas (FDA) de Nueva York prohibió todo tipo de donación de cualquier hombre que haya tenido sexo con otro hombre durante un período de un año a partir de 1977. De igual modo, las mujeres no podrían donar sangre si es que ellas mantuvieron sexo durante doce meses atrás con un hombre inclinado al sexo gay.

Y es que el principal motivo para que los centros hospitalarios sean tan cuidadosos con respecto a la donación de sangre de hombres gays es que todavía son considerados como un grupo de alto riesgo debido al estereotipo promiscuo que llevan sobre los hombros. Cuando un hombre gay se dirige a un banco de sangre en los Estados Unidos es bastante común que responda a una serie de preguntas que no sólo incluyen datos sobre su salud sino además su historia sexual y hasta sus viajes recientes. ¿Un exceso? Según la doctora Verkouw lo único que se busca determinar es si la sangre del donante es totalmente segura para el receptor, pues sólo así garantizarán una efectiva transfusión.

Este año, la FDA votó a favor de seguir con las políticas actuales respecto a los hombres gay, en clara señal de un proceso excluyente. Contrarios a esa disposición, la mitad de los centros norteamericanos de donación de sangre apoyan el cambio de una medida tan polémica, incluyendo la Cruz Roja. ¿Y dónde esta el respeto al sentido humanitario de la gente?

De otro lado, el ex-asesor del Comité consultivo de la FDA, Doctor F. Blaine Colliger del Colegio de Medicina Baylor en Houston (Texas) afirma que actualmente sólo un promedio de 2 a 3 personas llegan a infectarse con HIV a través de transfusiones, en comparación a las miles de víctimas producidas en los años ochenta. "No está muy definido el porqué el virus no es detectado en la sangre contaminada, pero ello podría deberse a un error humano o fallos en los tests mismos. Sin embargo, en general, el suministro de sangre en la nación es de un extremo cuidado y muchos de los que favorecen las políticas actuales están preocupados más por las otras enfermedades que por el SIDA, especialmente porque los hombres gays son muy susceptibles a males oportunistas", indica Hollinger. Además añade preocupado: "El riesgo no es tanto por las enfermedades que podemos testear sino por las que no conocemos. Y aquello es una cosa difícil de resolver".

Cosa bastante peliaguda para un gay norteamericano el donar sangre. En la dizque respetable opinión médica los únicos gays que podrían donar son los que dejaron el sexo en la congeladora durante los últimos años. O aquellos que como Jeffrey, el simpático personaje gay del filme de Paul Rudnick, decidieron dejar el sexo a un lado y aguantar las ganas con un autoimpuesto celibato. ¿Se podrá hacer eso?


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