¡Nilo pienses!: El caso del Queen boat


Publicado originalmente el 20 de noviembre del 2001

En Egipto, 23 gays son condenados a varios años de cárcel por su preferencia sexual.

Hace varios meses, el 11 de mayo, para ser precisos, reportamos sobre el arresto de 52 gays egipcios, quienes fueron detenidos mientras navegaban por las mansas aguas del río Nilo en Egipto en el caso llamado Queen Boat. Y todo porque el inocente barquito era nada menos que una discoteca fluvial. En el acto, la policía, ni corta ni perezosa, los apresó por atentar dizque contra las buenas costumbres. Ahora, después de un tedioso proceso, el veredicto fue dictado: 23 de ellos recibieron una sentencia de cárcel por practicar lo que las autoridades denominan, muy eufemísticamente, “inmoralidad sexual”. En otras palabras, por ser gays. 

Según los jueces, el motivo oficial del arresto de estos 52 hombres fue por “habituales prácticas orgiásticas” (o sea que ya no hay derecho a la diversión en privado). Durante el proceso que duró seis meses, desde el 11 de mayo hasta el pasado 11 de noviembre, la fiscalía -que luego se descubrió usaba pruebas fraguadas- llegó incluso a sostener que el principal involucrado, Sherif Farahat, sostenía vínculos con una organización terrorista islámica. La misma que lanzó una campaña contra los turistas y el gobierno egipcio en la década de los noventa.  

Para la Comisión Internacional de los Derechos Humanos para Gays y Lesbianas (IGLHRC), muchos de los acusados no estaban en el club gay fluvial en que se realizó la redada. Ni siquiera en sus inmediaciones. "De los 52 acusados, a 19 los arrestaron en otros sitios", sostiene la IGLHRC. Ante los vergonzosos hechos Amnistía Internacional pidió al presidente Bush condenar a Egipto por el mal trato que dispensa a los gays. A esto se añadieron numerosas manifestaciones de protesta en Europa, una de las cuales se efectuó en Ginebra, ante el Palacio de las Naciones donde, aludiendo al número de los condenados, 52 manifestantes vestidos de blanco formaron una cadena humana solicitando la intervención de la subcomisión de Derechos Humanos de la ONU.

Recordemos que la ley egipcia no contempla la homosexualidad como trasgresión; sin embargo, los delitos que se consideran contra la moral pública son penados con pena de cárcel. A los detenidos, procesados por su tendencia sexual, se les aplicó la ley de emergencia vigente en este país desde el asesinato del presidente Anuar el Sadat en 1981, la cual hasta ahora había sido aplicada únicamente a acusados por actos de terrorismo. 

Fueron aproximadamente 50 abogados los que representaron a los 52 acusados, y sus defensas ante el tribunal Correccional de la Alta Corte de Seguridad del Estado de Egipto fueron desestimadas una y otra vez. Sherif Farahat (32 años), acusado de ser el líder del grupo, recibió seis años de condena gracias a las acusaciones adicionales por las que se lo culpa de "formar parte de un grupo que aspira a explotar la religión Islámica para propagar ideas extremistas". Por si esto fuera poco se le acusó también por "denigrar las religiones monoteístas". O sea, mezclan en un mismo vaso chicha y limonada, política y religión. De los restantes 22 culpables, uno recibió una sentencia máxima de tres años por "inmoralidad sexual", mientras que veinte permanecerán dos años en cárcel y el restante tan solo uno. 

Las sentencias, que no se limitan al encarcelamiento sino que incluyen trabajo forzado, no podrán ser apeladas. Scott Long, miembro de la IGLHRC, llamó al presidente de Egipto, Hosni Mubarak, para solicitar el indulto de los condenados, quienes fueron juzgados dentro de una celda de hierro sin ningún espectador. Dando cuanta de lo oscuro y turbio del proceso, no se autorizó el ingreso de familiares, amigos y periodistas.  Un oficial del gobierno egipcio defendió los procedimientos en una declaración pública, señalando sin remilgos: "debemos juzgar a cada sociedad de acuerdo con sus normas. Si la homosexualidad es aceptada en otras sociedades, es asunto de esas sociedades. En esta sociedad, la homosexualidad es un acto vergonzoso". Felizmente aquí tenemos el Amazonas, pero mejor nilo pienses. No vaya ser que después...






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