Prohibición rosa

 


En su fiesta de promoción Marc sólo quería llevar a su novio y bailar el vals, pero la comisión directiva de su colegio le dijo: ¡Alto, no aceptamos parejas gay!

En la mente de Marc, como en la de cualquier otro joven estudiante gay del mundo, todo estaba ya planeado con antelación. Para él sería un sueño hecho realidad asistir a su tan esperada fiesta de promoción junto a su novio de 21 años. Pero en la puerta del horno se le quemó el pan. Justo cuando se proyectaba en la fiesta bailando el famoso Danubio azul y repartiendo sonrisas, la comisión directiva de su colegio le aguó la ilusión prohibiéndole ir acompañado de su pareja. ¿Intolerancia, discriminación, homofobia? Lo que pasó en Canadá es muy probable que pueda repetirse en nuestro país de aparecer algún valiente Pedro, Juan o Carlos que salga del closet con todas las ventajas y desventajas que ello acarrea.

En la secundaria del colegio católico ‘Monsignor Jhon Pereyma’ de Oshawa (Canadá)  el baldazo de agua fría además de a Marc y a su novio también sorprendió a los compañeros de carpeta del chico; quienes aceptaban la preferencia sexual de su amigo sin hacerse paltas ni roches. Tolerancia que al parecer no era compartida por los directivos de la escuela, los mismos que, -ni cortos ni perezosos-, al enterarse de la noticia sobre la invitación de Marc a su novio decidieron asestarle un golpe bajo emitiendo una resolución oleada y sacramentada en la que anunciaron su veredicto: ¡no a las parejas gay! 

Al igual que cada uno de los integrantes de la promoción del 12° grado, Marc pagó con antelación su depósito de 100 verdes contantes y sonantes por una fiesta de egresados que de no mediar ningún inconveniente se celebrará el próximo 10 de mayo en un lujoso salón de fiestas. En el colmo de la desfachatez, hasta el momento la devolución del billete no suena ni truena y tal parece que Marc perderá soga y caballo porque no podrá gozar de la tremenda juerga. 

‘Condonar la asistencia de una pareja del mismo sexo a la fiesta estaría en contravención con las enseñanzas del catolicismo con respecto a la homosexualidad y también contra la política del colegio’, exclamó el reverendo director del colegio Michael Powers. Lo cual demostró la forma radical y extremista con que los curas de ese colegio califican a la diversidad sexual. ¿Donde quedó el ‘amarnos los unos a los otros’ que nos enseñó Jesucristo? Pues tal parece que hasta los sacerdotes peruanos más conservadores sólo aceptan el mensaje divino cuando se trata de lo heterosexual. ¿Y el resto dónde se va?

Ansiosos por manifestar sus opiniones y sentimientos, a Marc y a su novio no se les ocurrió mejor idea que la creación de un web site. A la que añadieron su cuota de originalidad Cassey Hood, otro amigo gay del mismo colegio; quien con su pareja, Lance Ryan, diseñó la página. Uno de los contenidos principales: el contundente alegato en defensa de los ‘derechos humanos’. Asimismo la carta abierta donde Marc califica de ‘perturbante’ el simple hecho de no poder llevar consigo a quien se le dé la gana como su chambelán.

‘Ustedes no pueden entender lo difícil que es vivir la ‘vida gay’. Tengo un excelente promedio, muchos amigos y una familia maravillosa. No soy una persona que siente la necesidad de protestar contra todo, aunque muchos de mis pares quieren que lo haga’, exclamó Marc refiriéndose a una vida íntima que se asemeja a la de muchos gays peruanos. Y agregó ‘hablo no solo por mí sino en nombre de otras personas gay que tienen que enfrentarse con la discriminación’. A pesar de todo, Marc no descarta acudir a la fiesta a pesar de la orden en su contra. Ante lo cual sus amigos Hood y Ryan afirman que lo protegerán ante cualquier burla o agresión.
 
En Oshawa las opiniones a favor y en contra no se hicieron esperar. Por su parte la vocera de la Arquidiócesis de Ontario, Suzzane Scorson, manitestó que ‘la Iglesia Católica enseña que para que una pareja pueda mantener relaciones sexuales, es necesario que esté casada y el único matrimonio reconocido es entre un hombre y una mujer’. A todas luces una contradicción ya que el Código de Derechos Humanos de Ontario prohíbe tajantemente la discriminación por orientación sexual. Frente a ello, surge la posición del comité de los colegios católicos que, según lo informaron, tienen derecho constitucional de administrar sus escuelas con sólidos valores católicos y punto. Es decir con prejuicio e intolerancia.

En realidad ni los mismos profesores de religión de la secundaria ‘Monsignor Jhon Pereyma’ tienen el asunto claro; pues el propio Hall reveló que en clase les dijeron que no tiene nada de malo ser homosexual, excepto si se mantienen relaciones sexuales. ¿En qué quedamos entonces?, ¿podrá acaso un estudiante gay peruano ir con su pareja del mismo sexo a su baile de promoción sin temor a ser discriminado como en el caso de Marc? ¿Dónde quedaron ‘los valores que hay en ti’? No queda la menor duda que aquí y en la China hace falta cultivar más la tolerancia, el respeto y la libertad en total plenitud.  


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